Como en la mítica saga de libros (ahora reconvertida a serie), estamos asistiendo a una cruenta guerra por sentarse en “el trono de hierro”, es decir, por decidir quién mantiene la hegemonía del basket europeo. Un trono, en el que no caben los dos, o al menos, no caben los dos con mando. Pero ojo, al igual que en la saga de libros, hay un bando que lucha con espadas, y otro que lucha con dragones. Es decir, no existe un equilibrio de fuerzas.
Para entender mejor el problema, entendamos antes los proyectos:
Euroliga tiene un proyecto elitista, con entidad propia y que busca el rendimiento económico de sus socios por encima de todo. Como la NBA. No se trata de una liga de campeones, de hecho, nunca se ha tratado de eso. Ni ahora ni nunca. Desde que se arrancó con los trienios, que acabaron desembocando en las licencias, Euroliga busca mercados fuertes y asentados, con potencial económico y social para crear una liga en la que sus equipos compitan de una forma paralela e independiente a las ligas domésticas. Interesan equipos con repercusión en el campo, con visibilidad en la televisión y con sponsores y presupuestos interesantes. Que sean campeones o no de sus ligas es completamente secundario.
Se habla, intencionadamente, de una liga cerrada cada vez que hablamos de Euroliga, pero no es verdad. No se trata de una liga cerrada, ya que 5 equipos llegaran a ella cada año mediante méritos deportivos (ya podría la liga ACB dejar acceder a al menos un equipo por año). Otra cosa es que el embudo para la liga española se hace grande… Para un equipo de la liga ACB diferente a Baskonia, Madrid o Unicaja el acceso se abre exclusivamente a través de la Eurocup o la liguilla de acceso.
FIBA, en principio tiene una vocación diferente. En principio busca una liga de campeones (es decir, una liga donde compitan los campeones de las ligas domésticas), y se acabe proclamando al campeón de campeones. En principio… repito y recalco, en principio. Y lo repito y recalco, porque la propuesta que hizo pública era tan elitista como la de Euroliga. No olvidemos que planteaba una liga con 16 equipos en los que 8 de ellos llegaban con licencia. Todo un tanto contradictorio… A esto además hay que sumar que ha basado su contraataque a Euroliga con Unicaja y Panathinaikos como estiletes (¿licencias?). y que de momento, Panathinaikos ya le ha puesto los cuernos y ha firmado con la Euroliga. Es decir, el proyecto FIBA es un gran desconocido. Aunque parece que pueda sumarse a la corriente de crítica que sobre todo desde la ACB se está creando en Europa a la restricción de acceso.
Expuestos con pinzas ambos proyectos (sobre todo porque el de la FIBA es un gran desconocido), toca hacer balance de fuerzas y ver las opciones de cada uno. ¿Quién tiene espadas y quién dragones en esta guerra?
La FIBA tiene espadas. Sus espadas se llaman selecciones nacionales y se llaman equipos desheredados. (Khimki, Unicaja, Lokomotiv, Limoges, Bayern, Valencia…). La FIBA puede amenazar a los clubes Euroliga con ventanas competitivas de selecciones durante el año (faroles, ya que la NBA no entraría), puede amenazarles con expulsarles de sus competiciones (luego hablaré de este farol), pero sobre todo puede seducir si introduce criterios puramente deportivos. Es decir, crear una auténtica liga de campeones sin licencias. Y ahí los clubes “desheredados” pueden picar… pero la FIBA tiene escorbuto en el barco. Su potencia económica (sus patrocinadores) pueden desinflarse en muy poco tiempo si la competición queda descafeinada (y con estos equipos de estiletes, lo estará… (¿Alguien imagina de que lado se posicionarían los sponsors en las mismas fechas entre una F4 Madrid, CSKA, OLY y Maccabi y una F4 entre Malaga, Khimki Bayern y Limoges?). Además, Panathinaikos acaba de darle la penúltima puñalada en el corazón.
Por su parte la Euroliga tiene dragones. Para empezar tiene a los 8 equipos más fuertes de Europa (nótese que dejo fuera a Milan, Zalguiris y Baskonia, que fundamentalmente están ahí gracias a la habilidad de sus equipos gestores). El potencial económico que generan estos ocho equipos no tiene igual en Europa. Tiene también un sponsor serio con nombre y apellidos (el sponsor FIBA era un misterio, un grupo inversor sin cara). Por último, puede ofrecer a los “equipos desheredados”, la misma liga que pueda ofrecerles la FIBA, con accesos puramente deportivos, y con un aliciente superior al que pueda ofrecer la FIBA, es decir, el premio de jugar la Euroliga.
Veremos como acaba juego de tronos, pero no hace falta ser muy listo para pensar que un dragón se merienda una espada sin problemas (siempre que no se cruce un caminante blanco o una hechicera roja de por medio).
¿Y la ACB? Como liga, acaba de quedar tocada y hundida. Ajena al cuento de la lechera que le lleva sobrevolando por la cabeza los últimos años (¡Que viene el lobo, que viene el lobo!), ha llegado el lobo y se ha merendado a todas las ovejas. La ACB está obligada a seguir con los tres equipos grandes, tanto porque los pequeños quieren (¿Quién le va a llenar el campo al Fuenlabrada?), como porque los propios grandes quieren (¿Qué titulo va a levantar el Madrid o el Barça cada año?), como porque los patrocinadores lo imponen (me imagino a endesa o Telefónica en su despacho soltando el ya clasico “Ola Roca ke ase, jugando con mi dinero o ke ase”.
La ACB tiene una lucha tremenda por delante. Debe lograr una plaza por mérito deportivo en la Euroliga del año que viene. Todo lo que sea poner ladrillos en una dirección diferente a esa será la muerte a corto plazo de la liga. Y si no es una de esas cinco diferentes a las 16, que se haga una Euroliga de 18, pero la ACB debe tener premio. Esa es la lucha, y ese es el reto fundamental.
Además, la liga debe hacer a sus equipos más competitivos. Que haga saltar los cupos por los aires ya de una vez (analicemos los “españoles” del Baskonia, Ili, Mamadou o Shengelia), permita plantillas flexibles que dejen a los tres equipos Euroliga competir, y haga porque su competición sea más atractiva (reducir el número de equipos pero más competitivos y crear, de verdad, un sistema de ascensos y descensos por méritos deportivos). Es realmente de risa que la ACB, como liga, critique a la Euroliga por ser cerrada. La ACB. Donde los ascensos y descensos son el chiste del día. Del marketing de la liga para hacer de ella un “producto”, hablaremos otro día.
De momento, palomitas, coca cola y a disfrutar de “Juego de tronos”. Yo sigo esperando el momento en que Danerys se suba a Drogon y arrase Desembarco del Rey hasta los cimientos… pero como en la saga literaria, cualquier sorpresa es posible, y nunca nadie está seguro, por muchos dragones que tenga…

Joseba Sanchez

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Como dibujar la actualidad del baloncesto europeo con los colores de la serie de ficción del momento. K,k,k!!!!! Joseba eres muuuuuuuuuuu grande!!!!!!!
Muchas gracias Aitor! un abrazo! 😉